Creo que mi nominación se debe a mi compromiso de más de 20 años con la formación integral de mis estudiantes. He dedicado mi carrera no solo a impartir conocimiento, sino a inspirar y conectar con ellos de manera significativa, dejándoles una huella que trasciende lo académico. La pasión con que preparo cada clase y la relación cercana que establezco con mis alumnos han sido claves en su desarrollo. Ser testigo de cómo más de 50 generaciones crecen y alcanzan sus metas es mi mayor recompensa.
¿Cuáles han sido tus logros destacados y que aprendizaje compartirías de estos?He sido reconocido con cuatro premios EGREGIUS a la Excelencia Académica como mejor docente de posgrado en la UVM, y he tenido el honor de ser padrino de más de 30 generaciones. Cada logro refleja mi dedicación a la enseñanza y el compromiso de impactar positivamente en la vida de mis estudiantes. Lo que más he aprendido es que la enseñanza es un proceso mutuo; ellos me enseñan tanto como yo a ellos. La verdadera huella está en ayudarles a alcanzar su máximo potencial.